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El terreno se prepara para el último y verdadero movimiento: Irán. En París, la oposición al régimen de los ayatolás ultima sus planes para organizar la ‘revolución’.

 

Julio Ariza

Estados Unidos e Israel han decidido que las fichas del tablero en Oriente Próximo deben moverse; para los judíos es una cuestión de supervivencia. Si alguien plantea tú o yo, la respuesta es siempre cierta: yo, es decir, tú.

Resulta hasta divertido escuchar a Simon Peres animar a los jóvenes sumergidos en Facebook y Twitter a construir su futuro en libertad y seguir adelante con esas espontáneas manifestaciones de protesta. Tan divertido como comprobar como en la peor de las dictaduras de la zona, Arabia Saudí, esos mismos jóvenes no parecen sentir esa llamada de liberación. Será que esos muchachos andan atareados llenando barriles de petróleo para el consumo de los progres de Nueva York o Los Ángeles.

El patrimonio de los dictadores de Libia, Egipto, Qatar, Túnez, Marruecos o Arabia Saudí parece no preocupar a estos próceres patrocinadores del Gobierno mundial. Ninguno de ellos plantea la repatriación de esas enormes fortunas y su devolución a sus legítimos propietarios, los pueblos esquilmados por sus corruptos dirigentes.

Cantidades de dólares que en vez de servir para paliar la miseria de esas personas son utilizadas por Occidente para tapar los agujeros producidos por la codicia. Pero la ONU, calladita, ese no es su problema, mientras sus orondos funcionarios llenan sus estómagos a nuestra costa en el Smith & Wollensky de turno. Ya se sabe que en estos locales ponerse a pensar en la exclusión de los 10 millones de cristianos coptos del proceso constituyente en Egipto resultaría una vulgaridad inaceptable, incluso para el lúcido Simon Peres.

Con los cambios, la inestabilidad se va instalando en toda la zona y el terreno se prepara para el último y verdadero movimiento: Irán.

En París, la oposición al régimen de los ayatolás ultima sus planes para organizar la revolución, así es como los estrategas de esta movida quieren que se llame al movimiento desestabilizador. Y si esta no funciona, los gritos darán paso a los cañones. Esto es lo que hay, amigos, y si no, al tiempo…

*Julio Ariza, editor.